Disfrutando de un poco de paz {Christopher}

Aquella mañana soleada apenas había gente en la zona de playa en la que se encontraba Dioni, no le gustaba encontrar mucha gente por donde ella estaba así que sabía cuales eran los lugares más tranquilos de aquella inmensa playa. No había mucha gente todavía, pues apenas serían las 10:30 de la mañana, pero el sol ya pegaba fuerte y eso Didi lo notó. Se levantó lentamente de aquella toalla color crema y se quitó una camiseta larga que llevaba puesta, dejando al aire su delgado cuerpo cubierto por un bikini de rayas negras y azul claro, no es que la chica admirara su cuerpo, decía que estaba muy delgada pero bueno, es lo que toca por haber sufrido anorexia, aunque ya está totalmente recuperada.

Alzó la mirada hacia el azul oceáno y dejó escapar un pequeño suspiro de sus carnosos labios, fijó sus ojos en un muchacho que al parecer estaba haciendo surf ya que ha decir verdad, había unas buenas olas. Dejó por un rato que sus ojos se deleitaran con aquel cuerpo para más tarde caer en la cuenta de que aquel moreno que estaba practicándo surf era el famoso Chris. Una sonrisa apareció en sus labios, Dioni acababa de llegar al pueblo el día anterior, no había visto a nadie todavía y sí, al primero que quería ver era al moreno, pues aquel muchacho tenía algo que hacía que Dioni lo recordara a la perfección, sí, se podía decir que le atraía, pero la muchacha era demasiado callada como para saber los sentimientos de él.

Volvió a poner su rostro serio, ya que tampoco quería que la pillara mirándole como abobada, caminó unos pasos y dejó que sus pies se mojaran con el agua que llegaba a la orilla para después sentarse y flexionar las rodillas rodeándolas con sus brazos, volvió a mirar al chico, el cuál parecía que se acercaba hacía donde estaba ella, lo había echado de menos, para que mentir.

Las gotas de agua bailaban entre los mechones de mi cabello al tiempo que mi mano intentaba sacudirlas. Acababa de salir del agua después de pillar unas buenas olas con mi tabla de surf. Aquella mañana había sido fantástica, ya que el viento no había dejado de soplar en toda la noche y había levantado un fuerte oleaje que por la mañana seguía haciéndose presente. Mi vista se desvió unos instantes hacia el mar, aquel sitio en el que me gustaba tanto pasar el tiempo, surcando las olas o simplemente relajándome en sus cálidas y cristalinas aguas.

Volví a mirar al frente para evitar algún tropiezo con la gente que comenzaba a plantar sus toallas y sombrillas en primera línea de playa. Iba de camino hacia la bolsa de deporte que había traído, en la cual llevaba una toalla, unas chanclas de baño y una camiseta; sin dejar de lado la cera de la tabla de surf y todo lo necesario para su puesta a punto. Pero algo distrajo mi atención del camino hacia mi destino, y es que una cara me fue de repente muy pero que muy familiar. ¿Esa no era...? -¿Dioni? -pregunté, a escasos tres metros de ella. Me pasé una de mis manos -la que me quedaba libre, ya que con la otra sostenía la tabla de surf- por mis ojos, para quitarme las finas gotas que caían de mi pelo a estos. Sí, era ella. Me acerqué varios pasos más hacia donde se encontraba y sonreí. -¡Ehy, hola! -Saludé sonriendo. Me alegraba verla. Era una buena amiga, aparte de divertida. A veces se cortaba demasiado y resultaba ser bastante tímida, pero cuando cogías confianza con ella y ella contigo todo marchaba sobre ruedas.

Planté la tabla de surf en la arena, aunque seguía sosteniéndola con una mano. No quería que se le cayese a ninguna persona encima, y menos que tuviera la mala suerte de que se cayera encima de la sombrilla de aquella vieja tocapelotas a la que, debido a un accidente, se le cayó hace dos días.

Se sacudió un poco el pelo que lo llevaba suelto para acto seguido alzar las manos y recogerselo en un moño, debido al viento que hacía - aunque era escaso - el pelo le molestaba en el rostro y eso era algo que no soportaba muy bien, se permitió el lujo de relajarse por unos segundos, olvidándose de Chris y ese extraño sentimiento, pero cuando oyó su nombre no pudo evitar ponerse algo nerviosa, giró la cabeza y dejó que su mirada se encontrara con la del muchacho. Una sonrisa se escapó casi inmediatamente de sus labios, dedicada a aquel moreno. Se levantó lentamente y con un paso decidido se acercó a él mientras observaba como dejaba la tabla clavada entre la arena, sí, sin lugar a dudas era él el que estaba haciendo surf.

Pasó su mano algo nerviosa por su pelo, olvidándose de aquel moño que ahora estaba caído. Siguió con aquella sonrisa en su rostro hasta que le escuchó - Chris... Que bien verte - Comentó mientras se acercaba lentamente a él para dejar un beso en su mejilla, llevaban casi un año sin verse debido a que Dioni había estado ocupada con los estudios y no pudo ir antes - ¿Qué tal? - Dijo casi sin poder contenerse para saber si las cosas habían cambiado mucho, para saber si él ahora tenia novia y en ese instante se acordó de una noche, sí, había una fiesta y los dos iban algo bebidos lo cuál les llevó a tontear pero nunca pasó nada, algo por lo que se maldice esta jovéncita.

Posó una de sus manos en su delgada cintura, casi avergonzándose de estar en bikini delante de él, sí, no me preguntes porqué pero él la ponía nerviosa y hacía que el gesto más insignificante cobrara vida propia. Paseó un momento sus ojos por la playa y volvió a centrarlos en el muchacho que tenía delante, se preguntó tambien por los demás, no sabía nada de nadie.

Me agaché un poco para que pudiésemos quedar a la misma altura y así ella poderme dar aquel beso en la mejilla que tanto había esperado. Una vez lo sentí sonreí abiertamente, mirándola con la ternura que tenía ocasión en mí al verla. Al instante la escuché, posiblemente siempre a gusto de ver a cualquiera que se llevase bien con ella. -Muy bien, llegué hace un par de semanas a Maine. -Dije, al tiempo que acompañaba mis palabras con dos breves parpadeos para así quitarme las pequeñas gotas que seguían filtrándose. -¿Tú qué tal? ¿Cómo te ha tratado la vida hasta ahora? -pregunté con un tono afable, con cierta curiosidad también, pero sin duda me interesaba saber si le había ido bien o mal. O si, por alguna extraña razón, debía de pegar a alguien por meterse con ella.

Una de mis manos descansaba sobre la tabla de surf y otra en el pequeño bolsillo del pantalón del bañador, teniéndola que sacar algunas veces para gesticular mientras hablaba, cosa que había con bastante frecuencia. Observé el cómo desviaba su vista de mí por unos instantes y luego me la devolvía, hecho ante el cual sonreí. Sabía que se ponía nerviosa al estar cerca de cualquier persona, sobretodo si era un tío. Y yo lo era sin dudas. -¿Hace mucho que llegaste? No me ha parecido verte por aquí estos días.. -Comenté con un tono algo neutro, quizá más de lo que me hubiese gustado. Deslicé mi vista por su cuerpo, sin ser demasiado obvio en el acto: se la veía muchísimo mejor, aunque seguía estando un pelín delgada. Pocas personas sabíamos lo de su enfermedad, por lo que había pasado, y yo era una de esas pocas personas gracias a ella, quien me lo había contado.

Cambié el peso de mi cuerpo a la otra pierna y recorrí por un momento la orilla de la playa con la vista, justo en el momento en el que vi venir volando hacia nosotros algo que me pareció, a primera vista, tener forma de frisbi. Y efectivamente así era. Aquel frisbi en tonos amarillentos aterrizó junto a nuestros pies. Me agaché haciendo prácticamente malabarismos para que la tabla de surf no se me cayera al suelo y cogí aquel platillo. Busqué con la mirada a la persona a la que se le podía haber estraviado y la encontré unos metros más alejado de nosotros: un tipo alto, de complexión fuerte que tenía tatuado un dragón en el brazo levantaba la mano con gesto amable para que le pasara aquel objeto. Y yo sin más dilación lo hice.

Dejó que sus dedos se movieran a un compás lento en su cintura, de un modo tranquilo aunque si la conocías bien sabías que estaba nerviosa, ya que su labio inferior estaba siendo mordido y eso la delataba, siempre lo hacía cuando estaba algo nerviosa, no podía evitarlo. Asintió con la cabeza con un movimiento suave mientras este respondía a la pregunta que ella había echo segundos antes. Se encojió de hombros cuando le preguntó, bueno, todo le había ido bien, no había nada que lamentar - Todo bien - Resumió, ya que la chica era de pocas palabras como bien sabían todos los que la conocían, aunque con los que tenía confianza solía hablar más. En ese todo incluía la familia, los estudios, los amigos y poco más, ha decir verdad lo que más había añorado era Maine y Chris, sí, extraño, ¿eh?.

- No, llevo aquí desde ayer, ¿Y tú? - Preguntó mientras ella acariciaba una última vez su cintura y dejaba caer su brazo libremente, siguió con sus ojos la mirada de Chris y se encontró con que un objeto volador se acercaba a ellos hasta aterrizar en sus pies, era un frisbi, algo muy típico de allí. Miró con algo de temor la tabla de surf, por si acaso se caía para segundos después observar como el moreno lanzaba el frisbi con un movimiento de brazo perfecto, y el hombre lo cogió con mucha facilidad, sí, sin duda había sido un buen lanzamiento. Alzó las manos y se deshizo el moño para volver a hacerlo acto seguido, se había cansado de tener un pelo caído, casi parecía una loca, cosa que no era así y mucha gente lo sabía.

Pensó por unos segundos en su toalla y en sus cosas, estaban a apenas medio metro, al lado, miró a Chris de nuevo a los ojos y formuló aquella pregunta con una esperanza - ¿Tienes algo que hacer? - Directamente allí no había que añadir un "¿te quieres quedar conmigo?", aquel muchacho la conocía y sabía exáctamente lo que Didi había querido decirle con aquella pregunta.

Una vez le hube pasado aquel disco volador al chico, me hizo un gesto con la mano, el típico "gracias" de tío gallito y se fue a seguir jugando. Yo devolví mi atención a Dioni y escuché lo que me decía. -Me alegro. -Sabía que era una chica de pocas palabras, y más aún cuando acababas de empezar una conversación con ella, así que no la quise presionr mucho y dejé colgada ahí esa conversación. O al menos por aquel momento. Clavé un poco mejor la tabla de surf en la arena, que ya empezaba a balancearse hacia un lado, con el peligro que aquel acto conllevaba.

-Pues.. llevaré alrededor de dos semanas y media aquí. -Alcé los ojos hacia arriba, como si estuviera pensando, o más bien recordando el tiempo. -Sí, dos semanas y media. Poco, pero sin duda algo más que tú. -Dije con una sonrisa en los labios. Sacudí un poco de arena que tenía en el bolsillo del bañador y volví a alzar la vista. -¿Qué tal fue el viaje? -pregunté con curiosidad.

Escuché su pregunta y casi sin poder evitarlo una sonrisa se alojó en mis labios, algo entre divertida y tierna. -Por supuesto que no tengo nada que hacer, soy todo tuyo por un par de horas, hasta que me tenga que ir a casa. -Dije con total confianza, incluso con un tono seductor.

Primero su vista se desvió hasta la sonrisa que se había formado en los labios de Christopher para luego soltar una pequeña carcajada terminada en una tierna sonrisa, sí, aquella frase le había echo gracia, aunque le gustaría que fuera realmente de ella - Así que... todo mío, ¿eh? - Bromeó mientras se daba la vuelte con un paso un poco lento, no estaba segura de si añadir algo más pero tampoco quería cagarla con algún comentario así que decidió callarse, como acostumbraba a hacer. Miró por unos segundos al moreno mientras hacía un gesto con la cabeza para que ambos se movieran en dirección hacia las cosas de Dioni pero antes de dar un paso más miró la tabla de surf del chico - ¿Necesitas ayuda? - Preguntó con un tono tranquilo, no le molestaba tener que ayudarlo, ni a él ni a nadie, siempre ayudaba a la gente.

Pensó en aquella pregunta que le había echo segundos antes de que ella soltara aquella carcajada llena de alegría, la verdad era que el viaje se le había echo un poco pesado, por los nervios - Bueno, no muy largo - Respondió seguido del "¿necesitas ayuda?" mientras se encojía de hombros. Volvió a morder su labio inferior presa - de nuevo - de los nervios y dejó escapar un suspiro, intentando calmarse, con la esperanza de que el muchacho no notara nada. Seguro que pasaban un rato agradable, habían pasado casi un año sin verse y la verdad era que tendrían que contarte cosas, en un rato Dioni se animaría a hablar más. Miró hacia adelante esperando a ver si el chico se unía a ella para llegar hasta el sitio donde minutos antes de aquel encuentro tan deseado por Dioni estaba la chica.

Se acarició un poco la piel del brazo, le quemaba ya que el sol estaba pegando fuerte como la mayoría de los días en Maine, dentro de un rato seguramente se tendría que meter en el agua para no acabar pareciendo un tomate andante, si, se puede decir que Dioni no es muy morena de piel y los primeros días acostumbra a acabar roja para luego coger ese moreno que casi todos los habitantes de Maine tenían.