No voy a aburrirme {Libre}

La vieja casa de mis abuelos se encontraba a primera liña de playa, por lo que lo agradecía ya que solía controlar por si el grupo se unía en el mismo lugar de siempre. Había llegado hacía unos días pero no me había encontrado con nadie, estaba sola y aburrida. Ni mi mejor amiga había dado señales de vida y eso que vivía en ese lugar todo el año.
Cuando me asomé por la ventana desde mi habitación me sorprendió ver a lo lejos una melena rubia tan conocida para mí. Casi corriendo me puse mis sandalias, y baje las escaleras despidiéndome de un grito de Dean que estaba encerrado jugando a la Xbox, cosa que así lo prefería ya que estaba ocupado y no se metía de forma constante conmigo.
- ¡Ash! – grité desde la otra punta y corrí hacia ella, me alegraba volver a verla. Le dí un gran y efusivo abrazo al llegar a donde estaba ella. – Que ganas tenía de verte – comenté con una ancha y divertida sonrisa en la cara. - ¿Cuándo has llegado? – pregunté ahora con curiosidad.

Por lo visto mi amiga terminaba de llegar, - Llegué hace una semana – respondí con una sonrisa. Me alegraba de tenerla allí porque como tuviera que pasar más tiempo aguantando por las tardes a mi hermano y a sus amigos iba a morir de aburrimiento. – No sabes lo que tuve que aguantar toda esta semana, ¡Fue horrible! – exageré de forma graciosa empezando a andar por la orilla, pero antes me saqué las sandalias para poder mojar mis pies. - ¿Viste a alguien más?¿Algún conocido en este poco tiempo? – le pregunté con curiosidad. Yo ya tenía ganas de ver a Emma y a David, esos dos hermanitos tan locos que eran muy importantes para mí.

- ¿Qué tienes pensado hacer esta noche?¿Quedamos en la playa?¿Aviso a mi hermano? – pregunté, seguro que él iría avisando y avisando y terminaríamos el mismo grupo de todos los años.

Esperé a que ella respondiera mi pregunta, sí, Daniel. – Claro, como para no verlo… - comenté con una ancha sonrisa. El chico vivía en mi casa [cambio en su ficha a petición de él xD]. Ambos habíamos crecido juntos en San Diego y mi amigo quería conocer el pueblo del que tanto hablaba y los amigos que protagonizaban todas las anécdotas que yo le contaba al llegar a casa después del divertido verano. – No a mucha gente. Vi a Emma, a Ethan. Es un chico nuevo, bastante simpático y… - me quedé pensando por un momento. – Creo que a nadie más – terminé por decir, pero poco a poco íbamos llegando. Faltaba la pandilla de mi hermano, los locos y “gamberros” del pueblo. Pero con ellos teníamos la diversión asegurada.

Sonreí al escuchar lo que decía, - Genial, podríamos avisar a todo el mundo. Emma, David, Daniel, Ethan, Dean, y más personas. Que ellos vayan avisando y terminaríamos siendo muchísimos. Creo que en lugar de una quedada de amigos se terminaría haciendo una fiesta – comenté de forma graciosa a la vez que andaba de forma cómica por la orilla.