Dos opciones: O surfeas, o surfeas [Izzi]

[Off:Viernes por la mañana, 10:00 am, Día nublado pero sin riesgo de lluvia, con un viento perfecto para las buenas olas]

Mi pelo ondeaba rebelde con el viento que me daba de perfil, haciendo que mis fosas nasales se abrieran y pudiese oler ese característico aroma de la sal del mar que tanto me gustaba. Me tumbé en la arena y cerré los ojos, a la espera de mi mejor amiga, con la que había quedado para hacer surf un rato. Tal vez muchos me tacharían de loco por levantarme en verano antes de las doce del mediodía, y más entre semana, pero al despertarme y ver esas maravillosas olas a través de la ventana, no dudé en que esa mañana sería de lo más entretenida. Con un simple mensaje que Izzi entendería perfectamente, la avisé del plan, ella sabría si quería venir o no, le dejaba elegir. Tenía mucha suerte de haber encontrado a alguien así nada más llegar al pueblo, esa chica estaba dispuesta a apuntarse a un bombardeo, y me encantaba. Estar tan tranquilo tumbado en la arena hizo que comenzara a rendirme a los brazos de morfeo, pero algo o alguien me despertó...

Había recibido un sms de Elliot, ¡a las 10 de la mañana! Este chico estaba loco pensé cuando vi su nombre en el teléfono, pero al leer el plan que tenía me levanté de un salto a echarle un vistazo a las olas. Rápidamente me quité el pijama y me puse el bikini con el traje de surf por encima, con más de una dificultad conseguí sacar la tabla de surf de mi habitación y la dejé apoyada en la puerta mientras iba a la cocina a beber un poco de leche a morro del cartón y garabatearle una nota a mi padre que no se había despertado aún. Volví a mi habitación a por mi mochila donde metí la toalla, el movil, las llaves y los cigarrillos.

Baj´las escaleras con cuidado de no matarme por el camino y luego salí al paseo marítimo que se encontraba casi vacío a esas horas. La gente joven aún seguía durmiendo la resaca del día anterior y sólo unos cuantos "mayores" se iban a pillar el primer sitio en la línea de la playa. Con una sonrisa en la cara y tarareando "Don't worry be happy" llegué hasta donde me había dicho Elliot. Al verlo tan tranquilito tumbado en la arena no pude evitar correr y sentarme sobre su estómago dando pequeños saltitos, por suerte no pesaba demasiado-. Despierta, Mister Hoffman. Las olas han llegado-dije con una gran sonrisa mientras paraba para sentarme a su lado.

Noté como mi estomago se encogía por una presión súbita, que me hizo soltar todo el aire que tenía en mis pulmones. Abrí los ojos inmediatamente, sorprendido. Me incorporé y sonreí forzosamente.
-¿Señorita Kusterbeck, a usted nadie le ha dicho que no hay que despertar así a la gente? -Dramaticé, acariciándome el vientre. En realidad no me había hecho mucho daño, fue más bien la impresión, ya que ella no pesaba mucho. Además, me alegraba de que hubiera llegado, así podríamos surfear por fin. Observé su indumentaria, estaba lista para lanzarse al agua, al igual que yo. Me levanté y le tendí la mano para que ella también lo hiciera.

-Vamos, vamos, si han sido unos pequeños saltitos, ¿qué mejor forma para espabilarse?-le pregunté con una sonrisa angelical dibujada en mi rostro, como si jamás hubiera roto un plato-. Tengo algo que decirte: tienes el vientre flojo, tienes que hacer más abdominales-asentí muy seria, pero obviamente bromeaba, al chico no le hacía falta más ejercicio, tenía el cuerpo perfectamente desarrollado.

Tomé su mano para levantarme de un salto y me puse en cuclillas para buscar en la mochila una gomita del pelo para sujetarme el flequillo. Parecía algo ridiculo, pero cuando aparte del agua salada tenías el pelo en la cra era muy difícil que no te arrollara una ola-. ¡Me encanta estos días!-exclamé con un pequeño grito de alegría mientras sentía el viento en mi cara. Cogí la tabla y me la abroché al tobillo, había gente a la que le molestaba eso, pero la tablar valía un dinero y prefería no perderla entre las olas-. ¿Estamos preparados?-pregunté mirando a mi amigo con una sonrisa radiante.