Una visita al lago [Alessandra]

Me había despertado más pronto que los demás, algo raro en mí la verdad. Supongo que debería de ir acostumbrandome y hacerme la idea de que a partir del próximo curso me levantaria pronto, prontísimo..
El calor achicarrante, típico de Maine, había sido el causante de que me hubiera despertado. Intenté darme la vuelta, abrir la ventana, abanicarme con la mano .. pero nada, no podía volver a conciliar el sueño. Para colmo, el aire acondicionado se había estropeado justo ayer y el técnico no vendría a arreglarlo hasta mañana o pasad. Me levanté de la cama refunfuñando; maldiciendo al calor y al técnico de las narices.
Miré al exterior por la pequeña ventana de la habitación de invitados, la cual compartía con Albert, y pude al menos adivinar que no podían ser más tarde de las 9. Desayuné lo primero que pillé, me vestí y me dirigí al lago. Quería dejar mi mente en blanco, era el único sitio que no había visitado en todo Maine.

El sol me quemaba la piel, brillaba tanto que su intenso reflejo sobre el agua me cegaba.
Cogí una piedra y conté hasta tres mentalmente. La lanzé y el agua hizo unas hondas hasta que al cuarto salto. la piedra se hundió.

Ahora recordaba porqué aborrecía en ocasiones el pequeño pueblecito. ¿Cómo podía hacer tanto calor? A pesar del calor insoportable que hacía, había salido a correr desde bien temprano. Me mantenía la mente en blanco y me hacía sentir extrañamente bien. El paseo marítimo, los primeros madrugadores abriendo sus puestecitos para los extranjeros, los primeros valientes que se bañaban en la playa y, finalmente, el lago. Mi lugar preferido sin lugar a dudas. En ocasiones solía estar a rebosar de gente, pero aún era temprano. Las nueve y cuarto según el reloj que llevaba en la muñeca.
Aminoré el ritmo hasta llegar a la orilla. Dejé mi ropa sobre una pequeña roca y me lancé de cabeza al interior de este. Buceé durante un par de segundos hasta que mis pulmones empezaron a pedirme a gritos un poco de oxígeno.
Saqué la cabeza y fue entonces cuando sentí como una pequeña piedrecita pasaba rozándome la oreja. Cual acto reflejo me llevé las manos a esta y me giré para ver quien era el graciosito de turno.

-¿Tú? -Y mi enfado se esfumó en el mismo instante en el que vi la silueta de Ethan en la orilla.

Miré hacía arriba, poniendo la mano encima de los ojos como si fuera una visera. Deberían de ser las 9:00 am, ya. Como se notaba que estabamos en Maine, eran tan solo las nueve y el calor era impactante. Volví a fijar la vista en el lago, que aún formaba unos pequeños circulos en lugar donde había caido la piedra. De repente una cabeza rubia y mojada salíó a la superficie, haciendo que yo me sobresaltara de la impresión. No me lo esperaba, la verdad.
Me acerqué un poco, hasta llegar al borde del lago y poder observar más aquella figura con cabellos largos y rubios. Era una chica.. era ¿Alessandra? Sí, era ella, sin duda. Su voz y sus bonitas facciones la delataron.

- Yo, Ethan ¿recuerdas? He cambiado, pero tampoco tanto - dije, encogiendome de hombros con una sonrisa en la cara.

Solté una pequeña carcajada al mismo tiempo que terminaba de acercarme a la orilla, poniéndome de pie para darle un abrazo aprovechando que él también se había adentrado algo. Abrí los brazos de par en par y le abracé sin pensar en como acabaría su ropa después del abrazo aunque, teniendo en cuenta el calor que hacía, no creo que le molestara mucho, es más, le refrescaría algo.
-Estás mucho más guapo de lo que recordaba, Way. -Sonreí antes de soltarle y cogerle de la cara para darle un pequeño e inocente beso en los labios. Sí, yo era bastante cariñosa con mis amigos. ¿De algún lugar nos habíamos ganado la fama los italianos, no? Sin lugar a dudas ese mito sobre nosotros...estaba más que justificado.

Hice un estudio general de su cuerpo a medida que se acercaba.
Seguía estando tan delgada como hace 4 años y.. estaba buena, muy buena.
Al tenerla cerca, pude volver a recordar como eran sus ojos; azules y grandes.

- Creo que puedo decir lo mismo de tí - abrí un poco más los ojos para volver a mirarla enterita. Al notar como me daba aquel beso, no pude evitar sonreir después.
Alessandra seguía igual que siempre.. Recuerdo perfectamente aquellos veranos en Italia, en vacaciones, lo bien que lo pasabamos los dos... y también recuerdo como Alessandra me volvía loco.

-Dime que no hay ninguna novia celosa a la que tengas que dar explicaciones, porfavor. -Pero ni siquiera le di tiempo a contestar; ya me había encargado personalmente de deshacerme de la camiseta que llevaba puesta. La lancé lejos, junto a la pequeña roca donde había dejado yo mi ropa antes de que él llegara.
Agarré su mano y le arrastré, literalmente, para que se adentrara en el río. Una vez el agua cubrío gran parte de su cuerpo me paré para entrelazar mis manos por detrás de su cuello. -Aunque bueno, si la hay tampoco me va a frenar...

- Para que mentirte.. - me cortó antes de que pudiera decirle nada. Alessandra me quitó la camiseta que llevaba, algo empapado a causa de su abrazo. Seguí con la mirada el movimiento que hizo mi camiseta al ser lanzada a una roca, en la cual estaba la ropa de Alessandra.
Dejé que tirara de mí al ver que me llevaba dentro del lago, hacia demasiada calor como para soportarla. Puse mis dos manos en su estrecha cadera y junté mi frente con la suya, quedando así a escaso centimetros de su boca. - No, no la hay - Dije después de un buen rato, ya que antes me había interrumpido - y yo desde luego que no te voy a frenar - Dicho esto le di un pequeño beso en los labíos, como antes había echo ella.

Sonreí mientras entrelazaba mis piernas alrededor de su cintura; si ya de por si no era difícil soportar mi peso, en el agua menos aún. Sería como sujetar una pluma. Reí para mis adentros mientras deslizaba mi índice a lo largo de su garganta una y otra vez antes de dibujar el contorno de sus labios con este.
-No sabes cuanto me alegra escucharte decir eso. -Susurré mientras depositaba un beso en el hueco de su garganta, tratando de no tragar agua de forma innecesaria. -Había pensado que podríamos recordar viejos tiempos, aprovechando que ninguno de los dos somos críos inexpertos y vergonzosos...

La agarré con una mano su muslo derecho para sujetarla de algún modo, aunque de todas formas el agua soportaba el peso. Cerré los ojos, mientras Alessandra recorría mi garganta con su frío dedo, me estremecí durante un momento.
- Me hago una ligera idea - sonrei de lado mientras acercaba de nuevo mis labios a los suyos y tiraba levemente de ellos. - ¿Me has leído la mente, Ale? - fingí un gesto de asombro acompañado con una risa. - Me parece geníal - Jugué con su pelo, haciendo pequeños tirabuzones en él.

Reí levemente al sentir como tiraba de mi labio; y yo que pensaba que seguía siendo el chicho tímido que conocía. Deslicé mis manos por su espalda hasta dejar mis manos sobre la cinturilla de su pantalón.
-Me he vuelto bruja durante estos años...-Moví las cejas hacia arriba y hacia abajo con gesto divertido y reí, buscando su boca para besarle. Mordí levemente su labio inferior y tiré de él. -Ahora no solo soy capaz de volverte loco sino que puedo leer todos y cada uno de tus pensamientos...

- ¿Entonces has venido con escoba? - pregunté con incredulidad y las cejas alzadas - Eres el claro ejemplo de que no todas las brujas son viejas y con berrugas - Reí con disimulo y luego le seguí el beso, mientras ponía una mano en su nuca y la atraía hacía mi.
- ¿Todos, todos? - entrecerré los ojos - Alessandra, no te metas tanto en mi cabeza - me quejé, meneando la cabeza - Necesito privacidad, además te asustarías de lo que puedo llegar a pensar cada vez que te veo - Le aparté un mechón de pelo y le susurré en el oido, con cierto tono malicioso en mi voz.

-Las brujas de hoy en día no son iguales que en la época medieval, Way; tenemos metro y medio de piernas, ojos azules, el pelo rubio y unas curvas de infarto. -90, 60, 90. Nada de escobas; un ferrari. Ni berrugas ni ropa sacada del año de la reconquista. Prada. Chanel. A&Fitch para los días más casual.
Alcé ambas cejas, fingiendo incredulidad en cuanto aquellas palabras llegaron a mis oidos.
-Estoy curada de espanto; no creo que fuera a leer nada que no haya visto y/o hecho antes...