Quien más tiene, más quiere.. ¿Y quien menos? [Libre]

Llevaba paseando horas y horas por aquel parque, conocía cada rincón, cada banco, incluso reconocía a ciertas personas que paseaban cada mañana por allí, como yo. Y pese a todo, no me cansaría nunca de hacerlo. ¿Mi vida? Quizá algo aburrida últimamente como para dejar que mi mente volase y hacer algo diferente, algo que me sacara de aquel estado parecido al letargo polar que estaba viviendo. Algo excitante, emocionante... pero luego me acobardaría, me echaría hacia atrás como siempre.. y vendrían los remordimientos, las consecuencias de lo que podría haber sido y no fue.

Llegué al pequeño lago que había más o menos en el centro del parque. Me encantaba observar cada detalle, sentarme en uno de sus múltiples bancos y simplemente dejar pasar el tiempo, dejar vagar mi mente entre las cosas y cosas que acudían a mi mente, algunas borrosas y otras algo más tangibles.
Durante las horas en las que el sol lucía me dedicaba a vivir la vida, disfrutar del clima de Maine, a veces algo inestable, y a fijarme en la gente, en detenemer a pensar sobre ciertos aspectos que me preocupaban de vez en cuando y a jugar. ¿Por qué no? Jugaba a cambiarme, a ver qué podría haber sido mi vida si hubiese nacido con la vida de otro. Un tanto infantil, sí.. pero qué más daba. Nadie lo sabía.

Me acerqué a uno de los bancos allí vacíos y me senté en lo alto de este, ya que se podía observar mejor el lago desde aquella posición. Puse mis codos en las piernas, apoyados, y en el mismo movimiento coloqué mi cabeza sobre mis manos, haciendo estas de soporte. Me quedé mirando a un punto fijo, en la lejanía, y de mis labios un suspiro consiguió escapar.

Los rayos de sol que se filtraban a través de las nubes que invadían el cielo azul de aquella mañana eran los encargados de calental mi piel, algo pálida comparada con el del resto de gente que paseaba a mi alrededor. De repente sentí un escalofrío, producto de quién sabe qué fuerza externa. La cuestión es que por el clima de aquel día estaba completamente segura de que no era. Observaba cualquier atisbo de vida en aquel lugar, sin cansarme ni un sólo instante de ver los mismos detalles un día tras otro. Al fin y al cabo, había cogido cierto cariño a aquel sitio, ya que podía considerarse como mi primera casa, la primera que tuve tras caer de aquel paraíso que ahora tan sólo existía en mis recuerdos, ya difuminados por el paso del tiempo.

No me extrañaba nada que al final terminase cansado de ese parque, pero todavia no me ocurria. Cada mañana salia a correr por alli, viendo los mismo arboles, animalitos corriendo buscando comida o diversion y las mismas personas que salian a disfrutar del buen tiempo y el comfort que daba ese sitio.

Corria ya sudando, llevaba mas de una hora recorriendo todas las calles del parque, parando un poco a beber agua o a simplemente respirar de nuevo. Rodeaba el lago todas las mañanas sobre la misma hora, no sabia si por costumbre, inconscientemente o por la chica que siempre veia cerca de alli.

Si, me habia fijado en ella, no siempre en el mismo lado, a veces cerca del recinto de los patos, otras apoyada en un arbol o incluso leyendo en el cesped. Nunca habia hablado con ella, no era muy propenso a entablar conversacion sin mas con gente que no conocia de nada. Aun asi me acerque por donde ella estaba, corriendo todavia pero relajando un poco mi paso para hacer la vista mas lenta y duradera.