Rojo guiri [Giulia]

Pasé varias veces la palma de la mano por el espejo del cuarto de baño; el vapor del agua hirviendo siempre lo dejaba igual, empañado. Una vez pude ver mi reflejo en este, comprobando el rojo inglés que habían adquirido mis mejillas, abrí la pequeña puertecita para que se refrescara un poco el baño. Me cepillé el pelo durante largo rato, deshaciéndome así de cualquier nudo o enredo que tuviese en el pelo.
Aprovechando que Darío no llegaría a casa hasta algo más tarde y que Giulia estaba trabajando, podría pasear por la casa a mi antojo. El pequeño pantalón que había elegido para ese día tan caluroso no dejaba nada a la imaginación pero, ¿y qué?
Me acerqué hasta el armario donde había colocado todas las camisetas con las que me había hecho durante el camino hasta Maine; eligiendo una de color negro, un par de tallas más grandes que conseguí gracias a un motero. Harley Davidson, siempre me habían gustado las motos, lástima que no pudiese llevar ninguna; no soportaría el peso.
Si mis padres me vieran...Channel, D&G y ahora, simples camisetas de desconocidos y un par de vestidos de los puestecitos hippies del paseo marítimo.
Me dejé caer de espaldas sobre la pequeña cama supletoria en la que me había establecido desde que llegué; tenía que hacerme con una decente prontito.

Escuché algo de ajetreo en la cocina, lo que solo podía significar una cosa; ya no estaba sola en casa. Me levanté a duras penas para asomar la cabeza por la puerta de la habitación. Aquello parecían bolsas de la compra así que debía de tratarse de Giulia. Suspiré con cierto alivio mientras caminaba hacia allá. Me apoyé en el marco de la puerta, viendo las diversas bolsas que había cargado ella solita hasta aquí.
-Siento lo de esta mañana...

Puse a Dalilah,en una silla del comedor,le puse la tele y deje sobre la mesa una taza de colacao con cereales.
Sonreí a Alessandra y le di las bolsas que había comprado para ella.
-No pasa nada,no todos tienen un buen día. Volví a entrar en la cocina,para ponerme el delantal y seguir cocinando pasta.

Agarré las bolsas con cierta sorpresa; caminé hacia la mesa de la cocina y las dejé sobre esta para comenzar a rebuscar que había en el interior.
-Vaya...-susurré mientras sacaba un bonito vestido de color blanco. Ibicenco; de los que tanto me gustaban. Me lo puse por delante, tratando de ver por encima como me quedaría. -No tenías que haberte molestado, Giulia. No me lo merezco

Asentí levemente con la cabeza; eran preciosos pero...definitivamente, no tenía que haberse molestado. No los necesitaba pero bueno, un regalo era un regalo.
-Podrás usarlos cuand quieras, lo sabes..

Resoplé, acercándome a la encimera para subirme sobre esta. Crucé una de mis piernas y me apoyé en la pared, mirándola con los ojos ligeramente entrecerrados.
-Ya te he dicho que puedes venirte a correr por las mañanas conmigo, te sentará bien; te despejará también...

Miré a la niña; el vivo retrato de su padre y tras resoplar me bajé de la encimera para, esta vez, sentarme sobre la mesa de la cocina. Me crucé de brazos, mirando a Giulia.
-¿Te lo tienes que tomar todo a mal siempre?

Rodé los ojos, bajándome yo también de la mesa.
-Creo que fue un grave error venirme pero tranquila, he visto un pisito en el pueblo. No tendrás que aguantarme durante mucho tiempo más.