Run, RUN! {Dioni Luckam}

¿Cuánto tiempo tendría que esperar más para que aquella pesadilla llamada "vida" terminase?; ¿por cuánto más tendría que soportar las adversidades que, desde muy pequeño, había ido acumulando?, ¿por qué todo le había salido mal desde un principio y por qué no podía encontrar su lugar en el mundo?
Todas esas y muchas más preguntas pasaban por la cabeza de Adam a medida que éste se iba moviendo por los rincones más lúgubres del pueblo con las esperanzas de no ser alcanzado por dos policias que le habían visto vender droga a un grupo de jóvenes adolescentes.

Aquel tipo de escenas eran habituales en la vida del joven inglés. Además de tener que soportar falsos rumores en los cuáles le tachaban de asesino y psicópata, debía sobrevivir todos los días a aquel tipo de amenazas; bueno, aquello era la desgracia de no ser aceptado por los puestos de trabajo más decentes y verse obligado a vivir a base de las drogas. Al menos éstas le conseguían producir algo de dinero para pagar el alquiler del piso en el que uno se podía morir del asco.

De nuevo los movimientos del chico se hicieron más rápidos, logrando que él mismo se viese obligado a saltar un par de vallas de fincas ajenas; algo que sin duda alguna los propietarios no hubiesen visto demasiado bien.
En pocos minutos y despues de más de media hora escapando de los guardias, las sirenas se detuvieron y, como consecuencia de ello, Adam dejó apoyar su cuerpo en una de las paredes de los alineados edificios que allí se encontraban.

El joven comenzó a jadear agitadamente mientras que sentía como su corazón, si siguiese así, iba a terminar desbordándose de su pecho por completo. Seguidamente, pudo notar como el sudor había comenzado a caer por todo su rostro. Esto hizo que una de las manos del joven inglés se posase en su frente para secársela.
Sin duda alguna, Adam estaba hecho unos arapos en aquellos mismos momentos; pues además del cansancio físico que mostraba, su cuerpo presentaba ligeros arañazos -a los que no mostraba demasiada importancia- y sus ropajes se encontraban ligeramente rasgados, en concreto los bajos de su pantalón vaquero. Éstos podía decirse que estaban totalmente para tirar.

Se mantuvo en aquella misma posición varios minutos, intentando retomar el aliento que aquellos dos guardias le habían hecho descargar. Finalmente, el joven levantó su mirada para observar su alrededor mientras que su cuerpo se iba incorporando de nuevo -pues hasta entonces se había encontrado ligeramente encorvado.
Desde aquella situación, pudo comprobar en dónde se encontraba; al parecer no se hubiese imaginado que iba a llegar a parar a las zonas comerciales del pueblo.

Resopló varias veces un tanto molesto por haberse alejado tanto de su punto de salida. Sin lugar a dudas, Adam nunca entendería cómo siempre terminaba acabando en sitios donde no era bien visto; y es que tan solo tenía que fijarse en las incómodas y repudiantes miradas que la gente le echaba en aquellos instantes.
De todos modos no le importaba, ya estaba acostumbrado.

Sin más comenzó a caminar con total tranquilidad a la vez que su mirada se iba fijando en los detalles que las tiendas mostraban para atraer a la gente. Por otro lado, su cuerpo aún se mantenía en tensión, preparado para echar a correr de un momento a otro si era necesario.

Se podría decir que aquella mañana no era la mejor de Dioni, nada más desayunar a los cinco minutos la podías encontrar en el baño echando toda la comida, estaba claro que su cuerpo aquel día no estaba dispuesto a admitir comida y eso la ponía de mal humor, por no poder controlar la maldita anorexia, más bien aquella enfermedad la controlaba a ella, pero bueno, al menos su cuerpo todavía podía pasar por el de una chica normal, pero como siguiera sin comer, empezaría a empeorar aquella situación que tanto podía afectar a aquella chiquilla de apenas 17 años. Y lo peor de todo era que aquel día tenía pensado salir, claro, ¿quien se queda en casa cuando está de vacaciones? nadie, pues bien, vete tú a saber si por culpa de no comer se desmayaba o algo así, todo podía pasarle.

Recogió su bolso el cual iba a conjunto con unos pantalones cortos vaqueros y una camiseta blanca caída que dejaba al descubierto uno de sus hombros, encendió un cigarro para calmarse un poco y cerró la puerta de su casa con un portazo, más vale que nadie le tocara los cojones aquel día o acabaría con la señal de un cigarro en su frente. Sí, era extraño como aquella enfermedad le podía afectar, la verdad era que ella no quería ser una enferma, quería salir adelante, pero aunque la había superado, algunos síntomas regresaban a ella de vez en cuando, como aquel día en el que igual las cosas podían dar un giro inesperado.

Posó sus pies en la calle y comenzó a caminar lentamente, dejando que el aire jugueteara con su pelo y luego se escapara dejando que otra corriente se divirtiera aunque precisamente era un aire cálido y el sol pegaba fuerte, como casi todos los días. Dió una calada dejando que el humo se adentrara hasta sus pulmones y después dejarlo escapar lentamente por la nariz. La verdad era que se dirigía al centro de la ciudad y que estaba a tan solo dos pasos, no sabía precisamente que coño hacía por allí porque no quería comprar ropa pero bueno, al menos podría disfrutar viendo ropa o simplemente observando el paisaje que rodeaba aquel pequeño pueblo. Tiró el cigarro dos minutos despues aburrida y lo apagó con un pequeño movimiento de pie para seguir su camino y observar a la gente, era curioso como el mundo transcurría a tú alrededor y a Dioni le encantaba observar el transcurso de la vida, quizás dentro de unos años volviera a cruzarse con la misma persona, nunca se podría saber.

Se agachó unos pocos segundos para acariciar un perro, exáctamente un Cocker, adoraba aquellos perros, dejó que su palma se deslizara por su lomo mientras una sonrisa se asomaba por los labios de la chica y acababa dedicandósela al dueño, el cúal era un jovencito que parecía que se le iba a caer la baba, acto seguido terminó su recorrido, pues ya estaba al lado de aquella tienda.

Observó su bolso, registrando que estubiera allí su cartera, quizá se le antojaba algún souvenir de esos tan monos que había por Maine y frunció el ceño al darse cuenta que se la había dejado en casa, maldiciendo esos minutos en los que para nada se le había ocurrido registrar aquel bolso - ¡Joder! - Exclamó en un tono que hizo que los que pasaban por su lado la miraran - ¿Qué? - Dijo con un tono borde, ella no era ninguna atracción de feria a la que mirar.

Se dió la vuelta malhumorada mientras decidía volver a casa para coger su cartera, sin saber muy bien si volvería, a lo mejor tenía que esperar a que se le quitara el cabreo, quizás sería la mejor opción. Volvió a meter las manos en su bolso mientras bajaba la vista para localizar el paquete de tabaco y el mechero cuando sintió como se "comía" a una persona, joder, la gente podía tener cuidado o quizás ella - ¡Eh...! - Justo iba a comenzar a protestar cuando vió a aquel moreno, sí, al cúal no veía desde el año pasado y con él que hablaba por telefono para mantenerse al día, el que hacía que muchas veces Dioni confudiera sus sentimientos, la verdad era que Dioni sabía que aquel muchacho le atraía y no precisamente poco, sí, hablo de Adam Michael Howard Scott. Se permitió observar por unos segundos la ropa de este, observando con curiosidad los rotos y los rozes de su piel, se preguntaba en que lio se había metido esa vez y volvió a subir sus ojos a los de él, dejando que se perdieran por unos segundos en los de muchacho - Adam.. - Susurró casi sin creerlo.